JORNADAS 2015

17ª EDICIÓN · FÁBRICAS Y MEMORIA

Las XVII Jornadas Internacionales de Patrimonio Industrial organizadas por INCUNA se celebraron del 30 de septiembre al 3 de octubre de 2015 en Gijón (Asturias). Fueron nuevamente un lugar de encuentro y cita de numerosos interesados en la conservación del patrimonio de la industrialización, del legado material e inmaterial del trabajo, la industria y de los paisajes que ellos conforman.

Con el tema central de «El legado de la Industria. Archivos, Bibliotecas, Fototecas de empresa. Fábricas y memoria con experiencias de reutilización»,  actividad enmarcada en el European Industrial and Technical Heritage Year 2015, con este fin se habló de la importancia de trabajar en Red tanto en las asociaciones relacionadas con el patrimonio industrial y cultural como en Instituciones, Universidades y entidades que defendemos la conservación y puesta en valor patrimonial aplicada a la dinámica cultural, social y económica en el territorio.

El evento contó con prestigiosos ponentes y expertos internacionales e investigadores, así como estudiosos, interesados de la sociedad civil, gestores culturales, turísticos, museos, empresas o administraciones públicas. Por ello su interés y oportunidad para debatir y contrastar casos exitosos a nivel de cada país e iniciativas locales donde el patrimonio y la investigación sean los ítems esenciales en el desarrollo local.

Como en años anteriores, hubo un buen número de actividades de interés relacionadas con las Jornadas Europeas de Patrimonio, especialmente los itinerarios del sábado día 3 de octubre por archivos históricos y de empresa en el paisaje industrial y cultural de Asturias, con especial mención al archivo histórico en Oviedo, también al Archivo histórico- industrial de la RCAM  en Arnao y vistas guiadas al Museo de la Mina de Arnao y a instalaciones y edificios industriales histórico o a las excavaciones arqueológicas del castillo de Gauzón; y del domingo 4 de octubre al concejo de Mieres con visita guiada al valle de Turón y el histórico poblado minero de Bustiello, muestra del paternalismo empresarial del Marqués de Comillas.

Patrimonio industrial del concejo de Mieres: un recurso turístico que nos representa. El socavón de La Rebaldana

María Fernanda Fernández Gutiérrez, historiadora del arte y guía oficial de turismo.

Preámbulo

Durante el desarrollo de las XVII Jornadas Internacionales de Patrimonio Industrial de INCUNA, a las que corresponden las intervenciones que ahora toman forma literaria, tuvo lugar una acción de conocimiento y divulgación sobre el terreno en formato de visita guiada. Tal visita se inscribió, asimismo, dentro de la programación de las Jornadas Europeas de Patrimonio, evento que promueve el Consejo de Europa y la Unión Europea, puesto que en la edición de 2015 refrendaban el Año Europeo del Patrimonio Industrial y Técnico (European Industrial and Technical Heritage Year).

Con el apoyo del Servicio de Patrimonio Cultural de la Consejería de Educación y Cultura del Principado de Asturias y, en particular, la financiación y el soporte del Ayuntamiento de Mieres, que a través de su área de Turismo amparó esta visita guiada para especialistas, técnicos y estudiosos del patrimonio industrial, la mañana de aquel domingo 4 de octubre, un grupo de unas 70 personas tuvo ocasión de descubrir la realidad de la oferta turística, patrimonial y minera de este concejo. No es un conocimiento, ni un hecho, ni una historia, ni un lugar. No. Los participantes tuvieron la oportunidad de vivir una experiencia sobre el territorio que los traslada al pasado, para poder ver a través de los vestigios presentes y las huellas de lo perdido, un sistema complejo e integral que es el de la minería de hulla en esta cuenca minera del Caudal que ahora se reinventa.

En ese sentido, el espacio, con sus cicatrices, sus heridas y sus tejidos indemnes, es un organismo que representa –aún metafóricamente- el mejor legado, constituyendo un archivo de experiencias y una biblioteca repleta de volúmenes independientes que, aquí reunidos, dan una lectura integral para conservar la memoria de un pueblo. El nuestro.

El cometido del guía, intérprete realmente de esos signos, infraestructuras, relieve, construcciones y emociones, es crucial para lograr lo que realmente persigue la gestión cultural de un conjunto de infraestructuras de propiedad municipal que son un compromiso directo y concreto con el mantenimiento de la identidad cultural de un pueblo y su vigencia en la educación de nuevas generaciones y la consecuente sensibilización social.

Como responsables de aquella visita, los autores de este trabajo buscan recoger aquí el reflejo del itinerario que aquel día se llenó de emociones para aquel grupo que integró la nómina de los que firman estas páginas, y alcanzar igualmente a nuevos públicos que comprendan la vigencia de esta necesaria aproximación física y dinámica al patrimonio industrial de Asturias. Y, en particular, presentar el socavón de La Rebaldana como ejemplo extraordinario de minería de montaña, recuperada de manera altruista por un colectivo social y restituido a la sociedad que lo generó y al turista que hoy lo descubre.

Participantes de la visita guiada ante el pozo Santa Bárbara. Fotografía de Roberto Álvarez Espinedo.

Breve presentación del territorio y de la red

El término municipal de Mieres comprende un territorio con una población, ambos deudores de una historia, una economía, una cultura…, que nos diferencian e identifican, de ahí el valor de todos ellos como definidores de algo inmaterial, aunque real, como es el modo de vida y la identidad. Como suma de un sustrato agropecuario tradicional, marcado por la montaña y los ríos, que se traduce hoy en un entorno aún rural e incluso natural, de escasas alteraciones, y de una intensa, envolvente y duradera actividad de explotación minera y transformación metalúrgica, tenemos asentamientos decididamente obreros y espacios de extracción y beneficio. Uno y otro definen la herencia etnográfica e industrial que se puede apreciar menos en la capital del concejo, Mieres del Camín, y más en cualquier recorrido que se plantee por este municipio.

La apuesta por la preservación, intervención, restauración, rehabilitación o la musealización de los recursos que hoy son propiedad del Ayuntamiento de Mieres traduce esa diversidad y refleja distintas épocas y realidades, con un afán integrador y plural.

La red de equipamientos turísticos de este Consistorio, con un enorme interés cultural,  ha sido el eje vertebrador de la visita que aquí recordamos, seleccionándose de entre los elementos que la componen aquellos más relevantes en función del enfoque de las Jornadas y del interés de los expertos que en ellas participaron. Por ese motivo, el valle de Turón y el poblado de Bustiello fueron los ámbitos escogidos, porque traducen perfectamente el enfoque que nuestra propia página web recoge como eslogan: un “territorio museo” que ofrece experiencias basadas en la autenticidad.

El sistema se basa en una gestión eficaz a través del Centro de Interpretación instalado en Bustiello, puesto que este enclave es el que ya goza de un mejor posicionamiento por ser más conocido en el ámbito del patrimonio industrial y por tratarse del primer elemento sobre el que hubo un proyecto museológico y una plasmación museográfica, hace ya 15 años. Desde el CI se canaliza el conocimiento directo de este singular ejemplo del paternalismo industrial llevado a término por el holding empresarial del marquesado de Comillas, desde 1891 y hasta 1925 en que se completó ese proyecto de company townmodélico. Y el formato exclusivo es la visita guiada detallada, adaptada en el planteamiento de interpretación a los diversos públicos que se reciben. Y como aquí, en el resto de las instalaciones visitables, que se combinan en itinerarios diseñados a medida y en función de los intereses, disponibilidad de tiempos y condiciones del público, ofreciendo en suma una experiencia directa y un aprendizaje sobre el terreno y a partir de elementos auténticos, del territorio en el que vivimos.

Las instalaciones del valle de Turón, desde el cargadero de San Víctor (el último en sumarse a la nómina), pasando por el socavón de La Rebaldana, el pozo Espinos con su aula aneja instalada en la antigua lampistería y con su mirador subterráneo aledaño, en la escombrera, y el lugar de Fortuna, con su fosa común, monumentalizada, su aula y la galería visitable del polvorín, forman, igualmente, parte del proyecto. En Lloreo, la antigua estación para servicio del ferrocarril de vía estrecha de Minas de Riosarefuerza la nómina industrial de las instalaciones. Y en el valle de Cuna, tanto La Panerona de Cenera, en el área recreativa de El Cantu, como el Museo Etnográfico de Gal.legos, instalado en la casona de Fernando y Jacoba (1666), definen una nómina bien nutrida de recursos variados y repartidos por el término municipal.

Asimismo, la página web territoriomuseo.compermite visibilizar en internet estos recursos, que ganan presencia en redes sociales a través de Facebook (Equipamientos Turísticos de Mieres) y Twitter (@pozuespinos), en sintonía con los nuevos y útiles sistemas de visibilización y difusión.

El itinerario en Turón: ámbitos intervenidos para una visita guiada minera

El punto de encuentro fue el pozo Santa Bárbara, el primer pozo minero asturiano declarado Bien de Interés Cultural  (decreto 7/2010, de 27 de enero) al amparo del informe redactado en marzo de 2004 por quienes firman estas líneas, y que ha sido parcialmente restaurado en unas obras cuya fase inicial concluía justamente el verano de 2015. No obstante, la visita sólo recurrió a ese lugar como prólogo y no se accedió a unas instalaciones aún pendientes de completar en su eventual aprovechamiento y sobre las que pesan problemas derivados de la propiedad, posible gestión y sentido de su uso, sobre las que habrá ocasión de extenderse cuando se resuelvan tales obstáculos.

En este emblemático valle de Turón, diríamos el valle minero por antonomasia de Asturias, el hilo conductor es la vía verde que discurre por la trinchera del ferrocarril de vía estrecha que articuló el valle, propiedad de SA Hulleras de Turón, que fue la empresa hegemónica y la que reordenó el territorio para explotar su hulla desde el comienzo de la década de 1890 hasta su integración en HUNOSA, ya a finales de la de 1960. Este antiguo trazado ferroviario enlaza los espacios visitables que reconstituyen las distintas facetas de la explotación hullera ante los visitantes, que además definen un arco cronológico que abarca el mismo período y supone una visión completa y ordenada en el tiempo de los progresos en el laboreo y las instalaciones auxiliares. Estos fueron el socavón de La Rebaldana, el pozo Espinos y el lugar de Fortuna; existiendo publicaciones y precedentes en la difusión de algunos de ellos, nos centraremos en el que es más novedoso, menos conocido y supone una auténtica visita subterránea, capaz de transmitir una auténtica experiencia de minería a los visitantes.

Un grupo de participantes en la visita pasean entre el pozo Santa Bárbara y el Socavón de La Rebaldana. Fotografía de Roberto Álvarez Espinedo.

El socavón de La Rebaldana

El socavón de La Rebaldana constituyó el primer espacio visitado con detenimiento aquel día y es al que concederemos mayor atención, puesto que se presenta aquí por vez primera, en el ámbito académico, y es un recurso de primera magnitud. Ha sido estudiado y apadrinado por José Luis Soto García, y rescatado por él y otros miembros de la Sección de Arqueología Industrial de la Asociación Cultural y Minera Santa Bárbara de Mieres del Camín quienes, además, activa, física y denodadamente, han trabajado en su recuperación y restitución social, puesto que fueron quienes desinteresada y tenazmente lo han devuelto a la luz y nos lo han cedido para la visita. Son Rolando Díez, Gumersindo Fernández y Ángel Iglesias. A modo de sestaferia(fórmula tradicional en Asturias para desarrollar un trabajo entre vecinos, colaborando por un bien común), entre 2013 y 2014, pudieron sacar adelante este proyecto sin presupuesto alguno y buscando la colaboración de diversas entidades, el entendimiento de las administraciones y las ayudas puntuales de particulares, algo sin duda extremadamente dificultoso. La elección de la pieza respondía, por un lado, a su posición estratégica dentro del valle, a la vera de la antigua trinchera y en un punto intermedio entre el pozo Santa Bárbara, que comenzaba entonces a rehabilitarse y el ya consolidado pozo Espinos. Por otro lado, obedecía también a la voluntad de recuperar un elemento diferente que encarnase un sistema de laboreo primitivo, como los grupos mineros de montaña que realmente diferencian estas cuencas asturianas de otros territorios europeos, puesto que Turón encierra un enorme legado que acredita su vigencia desde la década de 1860  hasta la de 1970, aproximadamente. Y nosotros creemos que demuestra, también, desde la práctica y la realidad, esa teoría de la construcción social del patrimonio cultural: la recuperación del elemento, porque se valora independientemente de su protección jurídica (de la que carecía y sigue careciendo) y de la acción de la administración (que se inhibió en el proceso), logrando con éxito su incorporación, cargada de emoción, a la nómina de los recursos socialmente disponibles.

Por eso vaya desde aquí, una vez más, nuestro agradecimiento total a esos hombres que nos han dado una lección tan hermosa como esperanzadora.

Como recoge el panel que allí se dispone, este socavón se abre en la concesión Eduardo 1º, sita entre mina Corrales (al Este) y el grupo San Pedro (al Oeste), corresponde a una herencia de la firma belga que explotó en primer lugar los recursos de este tramo medio del valle del río Turón: la Société Houillère et Métallurgique Belge. El trabajo de vaciado documental de Rolando Díez (que generosamente nos ha facilitado) acredita el registro el 27 de febrero de 1871 de esta concesión minera de 263 ha por Carlos Bertrand, quien luego la cedería a varias sociedades y particulares, hasta figurar en 1890 ya a nombre de S. A. Hulleras de Turón en su núcleo de constitución original (Archivo Histórico Provincial de Asturias, Fondo Dirección General de Minas, libro registro 29, folio 133, expte. 2854, sign. 6731).

En torno al año 1891 se organiza el grupo minero de montaña al que corresponde este socavón; se entiende por grupo aquella explotación que se efectúa subterráneamente pero por encima del nivel del valle (o sea, en cotas superiores a las del río que lo articula). Se ataca el yacimiento a través de pisos numerados en orden ascendente (con frecuencia los pisos pares son interiores) y se corresponden a galerías abiertas mediante bocaminas ante las cuales se acondicionan plazuelas, evacuando la producción a través de la guía y nivel inferior, y recurriendo a planos inclinados para la conexión exterior.

Se estima estuvo en producción hasta el inicio del laboreo regular en el pozo Santa Bárbara del que está tan próximo y con el que se vincula, puesto que su sistema de planos inclinados y trincheras exteriores permitieron la elevación de los estériles de preparación de dicho pozo y también la salida de carbones de otros grupos. Es la razón por la cual las fuentes orales consultadas por los miembros de la asociación identificaban este socavón con el 1º de San Pedro.

Este grupo minero histórico benefició las hullas del flanco norte del conocido y muy apreciado Sinclinal del Turón, y en su organización entró “en recorte” (es decir, se excavó transversalmente a los estratos) y de lleno en el conocido como paquete María Luisa; en total, unos 200 m de ladera entre las cotas + 342 y + 540 m y en sus 7 niveles o pisos, con un total de 10 bocaminas. De este grupo de montaña hay otros elementos de interés patrimonial conservados en dicha falda, de los que destacamos por su entidad constructiva el castillete del plano del 3º piso.

Vista del castillete que servía el plano inclinado del tercer piso del Grupo Rebaldana. Fotografía y cortesía de José Luis Soto García.
Esquema de la organización del Grupo Rebaldana o Santa Bárbara. Elaboración: José Luis Soto García. Reproducción por cortesía del autor.

De ellas, hoy es visitable el nivel inferior, este socavón. Aunque el Diccionario de la Real Academia Española de la lengua nos lo defina como “cueva que se excava en la ladera de un cerro o monte y a veces se prolonga formando galería subterránea”, debemos ir a una definición más precisa, propia del uso minero, y para ello recurrimos a un clásico: F. Heise y F. Herbst. En su Compendio de laboreo de minas, indican que se entiende por socavón “una labor minera horizontal o casi horizontal, que parte de la ladera de una montaña, bien en criadero mismo, bien en la roca para alcanzar a éste”, y añade que “aparte de su finalidad como labor de acceso, se traza muchas veces para desagüe o ventilación”. Es decir, es una obra de instalación necesaria, pero no es únicamente una bocamina, sino que además de permitir el acceso, incorpora otras funciones, como la de desagüe, crucial en este caso puesto que es incesante, aún hoy, la fluencia de aguas subterráneas. Sin lugar a dudas, en este caso es ésta una misión fundamental, y por ello el achique de aguas sigue produciéndose. Así, pareció oportuno dedicarle un panel explicativo a este incesante caudal, cargado de componentes minerales que le aportan una coloración anaranjada, debida a su característica impregnación de óxido de hierro.

En este caso, nuestro socavón es un acceso definido por un elemento con entidad constructiva: un muro de piedra arenisca que funciona como un frente en el que se cala un arco de medio punto sobre jambas, resuelto mediante una triple hilada de ladrillos dispuestos “a sardinel” y guarecido bajo línea de imposta ejecutada en sillería, sobre la cual se dispone un peto o recrecido de ladrillo cuya misión sería protegerlo de posibles desprendimientos.

Desde luego, en el concejo de Mieres y en la propia capital disponemos de otro ejemplo extraordinario y posterior de socavón, obra de Fábrica de Mieres, y vinculado al grupo Mariana, con unas ínfulas monumentales que buscan un remedo de arco de triunfo y constituye una pieza clave de nuestra herencia industrial.

En el interior, y para cerrar esta reseña, cabe mencionar que se ha acondicionado en un tramo de unos 18 m. visitables (la galería resulta accesible en una distancia superior, pero un pretil corta el paso a partir del punto donde no está garantizada la atmósfera idónea para el visitante, tras la consulta oportuna con Jefatura de Minas) en los que se da un repaso tan breve como eficaz a la historia del entibado: en el primer sector tenemos un arquillado a base de ladrillo macizo, abovedamiento característico de las zonas inmediatas al exterior, de elevado coste y gran fortaleza, como garante de una correcta salida y con mayor entidad formal.

A partir de aquí, aparecen siete cuadros ejecutados al modo tradicional, en madera de roble y castaño: pies o postes en los hastiales y trabanca en la cumbrera, labradas de tal forma (con espera y contraespera) que su encaje resulta perfecto. El embastonado requirió 10 toneladas de madera, destacando la pieza denominada “longalina”: labrada sin cantos, en pino o eucalipto, asegura la protección para poner el siguiente cuadro, a modo de visera, así como bastidores y bastones.

El tercer sector reproduce el sistema moderno de sustentación: cuadros de acero (en este caso se colocaron dos), perfil THN de 21 kg/m, en perfil 2UA, para unos 9 m cuadrados de superficie de galería. Se componen de 4 piezas, dos pies (extremos inferiores) y dos trabancas (que van en la corona), engarzados por su perfil y unidos mediante grapas (a razón de 6 por cuadro); figuran igualmente las parrillas de hierro que cubren de cuadro a cuadro. Queremos agradecer una vez más a José Luis Soto buena parte de estos datos que ahora podemos compartir.

Vista de la obra de canalización y recepción de las aguas de mina realizadas en el exterior de la explotación, con el panel explicativo anexo. Fotografía de José Luis Soto García.
Socavón del Grupo Mariana en Mieres del Camín. Fotografía de Roberto Álvarez Espinedo
Vistas del interior del socavón. Fotografías de José Luis Soto García.